23 de octubre de 2015

El que al cielo escupe...

Si en nuestro primer artículo hablábamos de la mezquindad y el empecinamiento del orgullo, hoy les traemos, dilectos seguidores, una entrega sobre la imprudencia y la falta de templanza y moderación a cargo del escritor y miembro de la Real Academia Española Arturo Pérez-Reverte.

El pasado 14 de octubre, un tal Natxo Hernández, cuya cuenta de Twitter ya ha desaparecido o cambiado de nombre, publicaba la imagen de un error ortográfico ciertamente grave cometido por la profesora de Lengua de su hija y pedía consejo al escritor cartagenero.


Don Arturo, uno de los cabreados patrios más prolíficos, no podía dejar escapar una ocasión como aquella para exponer a la pecadora en el cadalso tuitero con la precisión de su verbo justiciero: «¿Me permite Vd que retuitee la basura de esa profesora de lengua basura?»:




Es una verdadera lástima que, en un tuit en el que criticaba la ortografía ajena, al preclaro académico se le hubiese olvidado poner el punto preceptivo tras la abreviatura «Vd.», tal como indica la RAE en su lista de abreviaturas. En nuestra humilde opinión también debería haber empleado mayúscula inicial en *«lengua», por tratarse aquí de la denominación de una asignatura, por mucho que él haya optado por colocarle ese «basura» al lado.

Dos errores ortográficos, dos, en menos de 140 caracteres, cuando con su santa ira y justa indignación trataba de dejar en evidencia ante su millón largo de seguidores a un soldado raso del diezmado ejército docente de nuestro sistema educativo.

No seremos nosotros quienes disculpemos el error flagrante de la profesora, pero sí diremos que hay que corregir mucho y tener la experiencia de la que parece carecer el señor Pérez-Reverte entre exámenes, trabajos y cuadernos, para saber que cuando uno ha visto un error repetido en numerosas ocasiones empieza a dudar absolutamente de todo, incluso de aquello que siempre había dado por sentado. Y desde el punto de vista científico e intelectual no se podrá negar que la duda sea una compañera inmejorable...

Pero cinco días después, el académico nos dejaba esta perla: «A *tí, a...». Como cualquier alumno que haya superado los seis primeros cursos de la enseñanza obligatoria en nuestro país sabe, «ti» nunca lleva tilde.




Como desde que se inventaron las excusas se acabaron los pretextos, a nuestro superacadémico favorito no se le ocurrió nada más que escudarse de una manera alambicada en lo que, según él, le habían enseñado en la escuela... Parece que, una vez más, un docente tendrá que cargar con la culpa: 


En cuanto leímos ese tuit del señor académico nos pusimos en contacto con el presidente de honor de Así está el patio ortográfico, un venerable anciano de 85 años de edad —con una vitalidad, una lucidez, una cultura y una memoria envidiables— que fue profesor de Lengua durante más de 60 cursos escolares. Le preguntamos si recordaba que alguna vez «ti» hubiese llevado tilde y su respuesta no fue tajante, porque el verdadero sabio duda y es moderado y prudente en sus manifestaciones... Se tomó un momento para hacer memoria y a continuación, con la mayor prudencia y diplomacia posibles, nos dijo que no recordaba tal cosa.

No fuimos los únicos sorprendidos por la excusa del señor Pérez-Reverte, como se puede ver en la siguiente pregunta planteada a la RAE por un usuario de Twitter que se hace llamar Daoiz Velarde. La respuesta de la institución de la que el propio Pérez-Reverte forma parte fue inequívoca: «En la ortografía académica nunca se ha prescrito la tilde para esa voz».




No son pocos los que opinan que, más allá de su maldad intrínseca, la gravedad de un error está íntimamente relacionada con la edad, dignidad y gobierno de su autor. Y ustedes, dilectos seguidores, ¿qué opinan?

Así está el patio... ortográfico.